Lo apolíneo representa la necesidad de los seres humanos por la
razón, de la claridad, del arte figurativo, del orden social y, en
definitiva, de todo lo que está determinado y delimitado. Lo dionisiaco
es afirmación de lo vital: las pasiones, la música, la danza, la
embriaguez, la sexualidad, etc.
Las características para ser un superhombre:
-
Ante todo amor a la vida. Valorar la vida corporal, el placer, las
pasiones, la victoria, el éxito... Su amor a la vida es tan intenso que
desea volver a ella una y otra vez.
- Fidelidad a la tierra. Se
aleja de toda trascendencia, ya sea metafísica, religiosa o moral. Le
preocupa la tierra, el suelo que pisa y desea vivir intensamente en
ella.
- La vida como continuo experimento. Lo único que tiene
carácter de obligatorio es la vida. La vida ha de vivirse, no está
prefijada, la hacemos nosotros: cada uno continuamente experimenta
posibilidades que nosotros mismos creamos. El superhombre vive la vida
sin otros mundos sin seguridades, es como el equilibrista sobre la
cuerda floja: cada nuevo paso es un riesgo, pero al mismo tiempo una
satisfacción.
-Rechazo al igualitarismo. El superhombre reconoce la diferencia. Todos los hombres somos libres y distintos.
En
la superación de uno mismo y de lo que nos rodea se van generando
nuevas formas de vivir, nuevos valores, nuevas formas de arte. En otras
palabras, nos volvemos creadores. Y es en la creación cuando viviríamos
una vida auténtica: al crear algo nuevo, estamos cumpliendo el propósito
de nuestra existencia, que no es otro que ser un individuo único,
distinto y singular como nunca antes ha habido en el Cosmos y nunca lo
habrá.
Cada instante es efímero y eterno a la vez. Para quien es
capaz de aceptar la eterna repetición de los distinto no es posible
nostalgia ni remordimiento. Aceptar la propia vida, quererla, desearla
es negar toda posibilidad de pensar en lo que pudiera haber sido la vida
de actuar de otra manera. Querer que las cosas sean de otra manera, nos
lleva al resentimiento, mientras que la voluntad de poder es la
afirmación gozosa del propio destino: "yo quería que así fuese, así
quiero yo que sea, así querré que sea". Y sin resentimiento no hay
pecado, ni culpa. No hay miedo, no hay error
Al fin y
al cabo, lo único valioso, es lo que quiera tu propia voluntad. Hagas lo
que hagas, sea lo que sea, retornará infinitas veces, luego, todo
querer a medias es imposible.
Deja que lo dionisiaco te posea, haz lo que piensas y no pienses lo que haces.
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