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tan indignado que me estoy perdiendo el Betis

martes, 13 de marzo de 2012

NIETZSCHE

Lo apolíneo representa la necesidad de los seres humanos por la razón, de la claridad, del arte figurativo, del orden social y, en definitiva, de todo lo que está determinado y delimitado. Lo dionisiaco es afirmación de lo vital: las pasiones, la música, la danza, la embriaguez, la sexualidad, etc.
Las características para ser un superhombre:
- Ante todo amor a la vida. Valorar la vida corporal, el placer, las pasiones, la victoria, el éxito... Su amor a la vida es tan intenso que desea volver a ella una y otra vez.
- Fidelidad a la tierra. Se aleja de toda trascendencia, ya sea metafísica, religiosa o moral. Le preocupa la tierra, el suelo que pisa y desea vivir intensamente en ella.
- La vida como continuo experimento. Lo único que tiene carácter de obligatorio es la vida. La vida ha de vivirse, no está prefijada, la hacemos nosotros: cada uno continuamente experimenta posibilidades que nosotros mismos creamos. El superhombre vive la vida sin otros mundos sin seguridades, es como el equilibrista sobre la cuerda floja: cada nuevo paso es un riesgo, pero al mismo tiempo una satisfacción.
-Rechazo al igualitarismo. El superhombre reconoce la diferencia. Todos los hombres somos libres y distintos.

En la superación de uno mismo y de lo que nos rodea se van generando nuevas formas de vivir, nuevos valores, nuevas formas de arte. En otras palabras, nos volvemos creadores. Y es en la creación cuando viviríamos una vida auténtica: al crear algo nuevo, estamos cumpliendo el propósito de nuestra existencia, que no es otro que ser un individuo único, distinto y singular como nunca antes ha habido en el Cosmos y nunca lo habrá.
Cada instante es efímero y eterno a la vez. Para quien es capaz de aceptar la eterna repetición de los distinto no es posible nostalgia ni remordimiento. Aceptar la propia vida, quererla, desearla es negar toda posibilidad de pensar en lo que pudiera haber sido la vida de actuar de otra manera. Querer que las cosas sean de otra manera, nos lleva al resentimiento, mientras que la voluntad de poder es la afirmación gozosa del propio destino: "yo quería que así fuese, así quiero yo que sea, así querré que sea". Y sin resentimiento no hay pecado, ni culpa. No hay miedo, no hay error

Al fin y al cabo, lo único valioso, es lo que quiera tu propia voluntad. Hagas lo que hagas, sea lo que sea, retornará infinitas veces, luego, todo querer a medias es imposible.
Deja que lo dionisiaco te posea, haz lo que piensas y no pienses lo que haces.

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