Háganme caso, hagamos un minuto de silencio, en la memoria, de todos los que murieron por luchar por sus derechos.
Cállense, guarden su palabra en el viento y deja que el señor veleta la recorra por el mundo entero.
Cuando la crisis acusa, el pánico se desata, y esto no es más, que una excusa barata para corromper la mente de los débiles. Estamos deshonrando la memoria de los millones de Españoles, que alzaron el puño en pancartas, estamos escupiendo balas de sangre en una constitución, que más que vieja, se está muriendo de pena. ¿y que decir, de los millones de Andaluces, que salieron a la calle, gritando como seres humanos y rabiando por la libertad?.
La tristeza de los caídos en esta dura historia, hoy se ve envuelta en una dulce recompensa, en las elecciones.
Las urnas llaman a los listos y a los absurdos, a los que entienden y los necios, a los inteligentes y a los tontos.
Mi poder, por error, es el mismo que el tuyo y hoy los dos estamos llamados a votar. Pero compañero, mi dilema resiste en otra cosa.
Mis ideales, son la esencia de mi ser. Es el desarrollo de mis principios, el fondo de mi cuestión y el aroma de lo que soy. A lo largo de mi vida, aprendí que es mejor mantener la mente abierta y la boca cerrada, que la mente cerrada y la boca abierta, hablar por hablar, solo demostraba mi ignorancia respecto al tema.
Y escuche, como políticos le faltaban el respeto a la promesa, le sacaban partido a la mentira y jugaban con el ciudadano como una simple marioneta. Y bueno, marionetas es lo que somos hasta el día que decidamos cortar los hilos.
En mi vida, simplemente me dediqué a escuchar, y ahora me toca hablar.
Andaluces, la política se ha convertido en un juego sin final, y ya no existe ningún ideal, que no esté fundamentado bajo un lema económico. La ruina de nuestra tierra cabe en entender, que se hacen ciegos, los que pueden ver. Maldito el día que os guiasteis por este camino, ya no solo robáis el dinero, robáis la ilusión, vuestro único misterio es no perder y vuestro propósito es el engaño, para que en la confusión ya no sepamos en que creer.
No volvamos al pasado, miremos de frente y a los ojos, y espero que no tengáis temor, porque no me extraña que todo acabe en una revolución.
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