Yo que juré que no volvería a decir tu nombre
que tu recuerdo sería una nube de mi memoria
que con tu ausencia vería más ancho el horizonte
y que con flores no haría jamás un ramo de novia.
Yo que creí que lejos de tu alma vendría la calma cada
amanecer
y no volvería a conjugar el futuro perfecto del verbo perder
yo que estaba preparando un canto de odio y de espanto para
celebrar
pero siento que crece de dentro no más que el deseo amargo
de olvidar.
Y entre el humo y las estrellas la luna tremenda, furiosa me
grita
yo también puedo escribirte los versos más triste esta noche
maldita.
La culpa fue de Dios por haberme hecho de barro,
el barro del peor diablo.
La culpa fue de Dios por hacernos mortales,
sabiendo que sabe que amores iguales no se mueren nunca
La culpa de la pregunta de quién fue la culpa también fue de
Dios.
Yo que pensaba que tu yéndote me devolvías mi segunda
juventud
y ahora la barba se me encana a golpes de melancolía
y hay una nube negra que me cubre y hasta la esperanza
de ver contigo la revolución si llegara algún día.
Para que volviera Dios sería capaz de unir el cielo y el
infierno
de barrer del mundo todos los gobiernos
y darte de nuevo mi amor como antes.
Que por terrible que ha sido amarte el tiempo
que he estado contigo, es más terrible tener que olvidarte
mucho más terrible tener que olvidarte.
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