Llegaba el verano y
en una plaza del pueblo, en un banco cualquiera, se sentaron los dos,
mudos en el silencio y sin comprender por que el destino los había
llevado a aquel lugar. En una fría situación, el chico soltó la primera
bocanada de aire y después de un suspiro profundo le habló. – ¿Qué es de
ti? - Esta pregunta se puede interpretar de muchas maneras. ¿Qué es de
ti sobre tu pasado?, ¿qué es de ti ahora sobre este microsegundo
presente? o ¿qué es de ti sobre tus planes de futuro?. Finalmente ella
contexto con una pequeña voz temblorosa – Pues de mi, en este curso de
mi historia, he tenido momentos interesante y aburridos, buenos y malos -
. Los dos sabían que cuando hablaban de momentos se referían a aquellos
momentos después de su relación. El era un chico Cosmopolitan,
conocedor de mundo y de la filosofía de la vida. Ella era una chica
tímida, pero a la vez impulsiva, tales cosas le harían no conocer nada y
conocerlo todo. El viento soplaba, de estas brisas de verano, que el
calor sofoca y el viento relaja. A la conversación le faltaba cierto
ritmo, los dos volvieron a callar y se adentraron en el silencio del
exterior y en el intenso ruido de sus pensamientos. Como poder explicar
que el amor se puede encontrar en cualquier parte que tu quieras
encontrarlo. Han podido enamorarse miles de veces, han podido dar su
cariño otras tantas iguales. Sin embargo después de varios años, se
volverían a encontrar en un simple banco después de haber tenido
anteriormente amores egoístas. Después de este sumiso silencio, él se
repuso a continuar la conversación y a darle un tono mas elevado. - ¡Te
he echado de menos!, te he olvidado en innumerables ocasiones y te he
vuelto a recordar de nuevo. He reído recordando nuestros momentos
graciosos y he disfrutado en la cama soñando contigo, pero por muchas
veces que haya podido olvidar y recordar, al final recaía en el asombro
de volver a echarte de menos. Porque así son las cosas, tal vez, no era
lo que yo quería, pero es lo que me ha tocado - . Después de este mini
discurso, ella sentada un poco más cómoda que antes se volvió hacía él,
le miró a los ojos, le saco una leve sonrisa y exhaló algunas palabras.
-
Por mas que hayas pensando en mí, nuestros momentos no marcarán en tu
futuro sino en tu recuerdo. No has visto unas mayores expectativas de
volver conmigo sino que tus recuerdos los has hecho más importantes. A
veces, yo también te he echado de menos, supongo que esto son cosas que
pasan, pero me di cuenta, de que cada vez que pensaba en ti, hacía menos
importante mi presente y más importante mi pasado.
Y
se volvieron a adentrar en el silencio de la tarde, analizando
interiormente la conversación. Y volvió a continuar ella, esta vez mas
decidida. - Tal vez nuestra historia fue más bonita, teníamos nuestros
problemas y nuestras reconciliaciones, no tuvimos ningún principio, todo
fue lento pero intenso, tal vez hay este la magia, nunca supimos el
principio, pero tampoco supimos nuestro final. Podría buscar millones de
sentido a lo ocurrido, pero es que simplemente ocurrió, nos gustamos,
nos quisimos, nos amamos, nos odiamos y por desgracia finalmente nos
hicimos indiferentes- . Entonces él casi sin escucharla y cortando su
conversación se acerco a su oído y le canto la canción que el había
hecho en su momento para ella. Ariadna que así se llamaba la chica,
soltó unas lágrimas que se evaporaron en su mejilla. Agitado los dos se
sintieron indefensos en aquella situación de amor, por que ellos podrán
ser dueños de su vida, pero no de su historia, podrán ser dueños de sus
mentes, pero no de sus corazones, podrán ser dueños del destino, pero no
del futuro, podrán ser dueños de todo, lo que les convierte en dueños
de nada. Porque cuando te sientes dueño de algo, es cuando más inseguro
estas, teniendo todo el peso de las decisiones.
-
Es curioso, siempre tuve la necesidad de besarte, y tan solamente tengo
el placer de abrazarte – dijo Leo, que así se llamaba el chico. – así
que abrázame por favor, necesito comprobar algo -. Los dos abrieron los
brazos se juntaron un poco y entrelazando bajo los hombros se frotaron
las espaldas en un mísero abrazo, falto de calor y cariño. Se miraron
mutuamente como sino se conocieran, sin parpadear ni un segundo, se
observaron de nuevo, buscando un misterio que parecía haberse escondido
tras los años. Leo bajó los brazos hasta sus caderas, Ariadna los elevó
hasta su cuello, la respiración aumentaba, el reflejo de sol en los ojos
alumbraban aun más sus miradas, el corazón palpitaba a un ritmo
elevado, y mientras más se acercaban, mas fuerte retumbaba el tambor en
el pecho. Sus rostros cada instante más cerca, más inevitable lo que iba
a suceder. Cerraron los ojos. Leo aproximó sus labios lentamente.
Ariadna los besó en un irrefrenable deseo. Y la volvió a besar después
de seis años. Hay quienes dicen que los amores verdaderos nunca mueren,
yo creo que lo importante no está en que no mueran, sino en que vuelvan a
nacer. Nunca supieron como se alejaron uno del otro, es que era tan
realmente puro su amor, que lo demás resultaba ser malditamente falso.
Separaron
los labios, abrieron a la luz los ojos oscuros de ella, los ojos claros
de él. Leo se levanto del banco, le dio un beso en la frente y le dijo –
Que tu y yo nos volviéramos a encontrar estaba mas que escrito en
nuestro destino. Que tu y yo volvamos a vivir una vida sumergida en un
desenfreno amoroso y volver a ser felices como la primera vez, no se
sabe, solo es cuestión de averiguarlo – Se dio media
vuelta y se marcho andando dándole patadas a una pequeña piedra que se
encontraba en el suelo. Ariadna se levantó de su asiento y gritó el
nombre de Leo. Él miró con cierto tono de vacilación y ella empezó a
hablar.
-
Porque a veces lo más fácil es lo mas complicado. Porque a veces es mas
difícil ser amigos que solo amar. Porque a veces estamos hechos uno para
el otro. Porque a veces ser diferentes es lo que nos complementa a los
dos. Porque a veces, el futuro nos aguarda un misterio y solo dos
corazones con ganas de descubrirlo darán con la clave – los ojos de Leo
se iluminaron, su cara mostraba cierta felicidad y su sonrisa lo
confirmaba. - ¿Sabes? Te quiero, pero esto es lo maravilloso del amor,
que lo fácil, lo hacemos jodídamente difícil – dijo Leo finalmente.
Y
se marchó, sin decir nada mas y con unas lágrimas que no salían, por
vergüenza a que le vieran llorar. Ariadna lo contempló con aire de
felicidad y de tristeza. ¿Sería esta la última vez que se verían?,
¿sería el último beso de amor de sus vidas?.
Muy bonito!
ResponderEliminar¿quien eres? jaja
ResponderEliminar=)
ResponderEliminaraarrrggggg.. jajaja
ResponderEliminarooorrrgggg...
ResponderEliminarentiendo entiendoo.. ohh.. jaja
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