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tan indignado que me estoy perdiendo el Betis

martes, 24 de enero de 2012

comentario sobre el habla andaluza y el flamenco


La fonética andaluza, desde sus hablantes hasta sus imitadores, pues el lector no tiene por qué ser andaluz. El texto destaca los rasgos de nuestra querida comunidad autónoma desde un aspecto fonético, morfológico y léxico-semántico hasta sus sentimientos más profundos, tan habituales en el sur de España.

Una letra flamenca que recoge las características que nos hacen ser únicos, con la alegría y el arte de su acento, la naturalidad de su gente y la hospitalidad de sus paisanos. Los sentimientos se resaltan a flor de piel, un corazón que no se apaga y una tristeza en vano por los amores que no tenemos.

La confusión de la s y de nuestra z, con sus dos variedades de seseo y ceceo, la aspiración de consonantes implosivas, la aspiración de la h inicial, la intensa relación articulatoria que afecta sobre todo a las vocales átonas, el yeísmo… Tal vez, nuestro dialecto no sea perfecto, pero es perfectamente hablado por los andaluces. Critico a todas aquellas personas que intentan imitar nuestro acento, lo hacen mal, pero lo hacen aún peor cuando intentan imitar encima nuestro arte.

El “cantaor, el bailaor y el tocaor”, cultura de nuestra tierra, patrimonio de la humanidad. El flamenco un estilo español de música y danza originario en Andalucía en el siglo XVIII. Popular por su cante, su maestría, su talento. Auténtico como la madera del tablao donde los tacones van a compás del cante jondo. Un fandango que transmite pena, una saeta al cristo de los gitanos, una bulería por bulería, una rumba al son de la guitarra y la caja. Quien no entienda el flamenco, no entiende la buena música.

Como dijo Camarón, “enamorao de la vida, aunque a veces duela”, el andaluz quiere a su tierra y a su gente, aunque a veces le haga daño, se va de “juerga” con ellos y se come bajo el sol de nuestra costa un "pescaito frito". Así somos nosotros, somos del sur, pero nos expandimos por todo el mundo.

Nunca entenderé a aquel que se ríe de nuestra pronunciación, al que no entiende nuestro arte y al que nos mira con desprecio. El orgullo de ser andaluz no se lleva en la sangre, se lleva en el corazón y en el día a día. Y a todos aquellos que se encuentran fuera de nuestros limites y sienten con devoción, nuestro historia, nuestra cultura y nuestros olivares, que sepan que Andalucía es de la gente que la quiere y los que estamos aquí siempre esperamos con los brazos abiertos. 

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